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"MARGARIDA"

(conto) Fátima Queiroz  

   

 

                ¡AH MARGARIDA!     ¡Cuántos recuerdos y cuánto que anhela!  

 

                Yo todavía recuerdo, como si fuera hoy, en la ciudad distante de Manaus, cuando ella aparecía casa allí, en esa tarde caliente de septiembre, trajo por el mano de Dona Filica que había encontrado su venida él no es conocido de dónde, solo, abandonado y triste.  

 

                Con teme que algún sinvergüenza la hizo mal, Dona Filica la recogió y ella trajo a nuestra casa, mientras preguntando si nosotros quisiéramos estar con ella. ¡Claro nosotros quisimos! La aprobación era unánime.   

 

                Por consiguiente ella cuidó de todos. Ella era muy pequeña, delicada, con los ojos negros muy grandes a medida de la cara, pero ellos realmente eran los observadores. Le gustó mucho jugar y no detuvo un minuto, ella siempre estaba en el movimiento. La casa inmediatamente llenado con felicidad y Margarida (éste era el nombre que nosotros le dimos), ella empezó a partir de nuestra familia.   

 

                ¡Ella era muy hábil! Ella adoró cuando yo la puse en mi regazo y yo dí su comida en la boca. Ella estaba el pareciendo plácido en mí con esos ojos grandes y dulces que poco a poco fueron cerrando... cerrando... hasta eso duérmase profundamente. Entonces yo la puse delicadamente en su precio neto de sueño pequeño que ella adoró, por consiguiente cuando el calor aumentó, ella allí para acostarse y empujando uno de sus pies del miniscule en la pared y se quedó horas envolviendo" para-allí-para-aquí", para-allí-para-aquí", refrescándose.   

 

                Había sin embargo, para perturbar un poco esa paz, una única razón que salió su muy infeliz. Era la presencia de Rex, un" tike" eso vivió en nuestro patio atrasado y a veces, sin orden o nuestro permiso, penetró la casa ruidosamente y encontrándose con Margarida (para Margarida un intruso), gañó furiosamente, mientras causando la gran desesperación en el mismo, eso corrió para la protección de mis brazos asustados, mientras abrazando mi cuello y yo riéndose probado usted la calman, mientras sintiendo sus latidos del corazón acelerados, mientras yo fui tocando Rex de giro al patio atrasado.   

   

                Había sido ese incómodo, la vida para ella era tranquila, porque toda la casa la quiso bien y todo hizo para verla feliz. Así, cuando cualquier cosa que la perturbó ya era la razón para nuestra preocupación. Así porque, cuando ella aparecía con una tos muy excéntrica, yo dije el problema al Dona Filica que me guió usted le hace beber un té de "mastruço" cuyo resultado era negativo, porque ella se negó a beberlo absolutamente, mientras provocando las crisis de la tos seguidas por los vómitos más. Su estado estaba empeorando si cada vez más. Hasta eso llegó a cierto punto de no conseguir que ella alza del precio neto de sueño. Ella fue postrada definitivamente. Era todo el día mentira-abajo, sosega, mientras sólo tosiendo, mientras tosiendo y gimiendo.   

   

                 Nosotros hicimos de todo aliviar su sufrimiento. Hasta eso, al baje un día, ella no se oyó más ni su tos y ni su gemido. Margarida había dejado esta vida. ¡Ah, eso estropea! ¡Todos sufrieron mucho con su muerte! ¡Yo perdí a mi gran compañero, el único eso supo escucharme pacientemente sentó en mi regazo, mis narraciones de felicidad, los lamentos, las lágrimas, las desilusiones, las verdades, las mentiras, los desórdenes, mis crisis de rabia, rechazos, revueltas, agresiones y pesares... finalmente... mi vida!    

   

                Sí, Margarida nos había dejado y con ella un pedazo de mi historia.   

 

Y hoy, cuando yo cierro mis ojos, yo repaso el momento triste de su entierro: yo que llevo, firme a su ataúd del pecho de una caja de zapatos (Excúseme, pero yo me olvidé de decir que Margarida era un... el mono hembra pequeño), cubrió con el papel argentado, cubierto de raso azul y mi primo Luiz Pedro, con un ramillete de flores que lloran al lado del agujero en el fondo del patio atrasado.   

 

                  ¡Ah, Margarida! ¡Cuántos recuerdos y cuánto que anhela! 

 

 

(Historia publicada por la Casa de Poeta Santanense, de Santana Livramento, Rio Grande do Sul  - RS

 

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